¡Llegué!
Y por aquí ando, recién llegada a isla Reunión.
El viaje fue largo y cansado, pero no esperaba menos, y ya pasó. El vuelo desde Tenerife a París fue bastante rápido, y llegamos media hora antes, perfecto para esperar la maleta y seguir rauda y despistada hacia mi próximo vuelo, no estaba lejos, pero si me esperaba una larga cola, y con calor.
El estrés es lo que tiene, no controlar el idioma, aun más, comienza a sudar y hiperventilar por que no tiendes que te dicen, no sabes lo que tienes que hacer y te asegurar como 20 veces seguidas, o más, que vas por buen camino.
Una despistada francesa estaba como yo, así que no era solo el idioma, si no las formas de hacer las cosas las compañías de bajo coste. Se supone que es para ahorrar personal, pero con esto de la covid y que iba lleno, pal caso, había allí más de 3 personas asegurándose que todo saliera bien. Facturarte y enviarte tu maleta, sacarte la pegatina de la maleta, que por lo visto es algo así como "marqué" que no se ni como se dice en español, pero viene a ser esa cosa que te ponen en la maleta cuando facturas para que esté con su código y marca de que te corresponde, con tus datos.
Una no sabía que tenía que sacar eso, después no sabía que tenía que ponerlo yo, oye, que parece fácil, pero el mío quedó toda arrugada. Temerosa me quedé de que no pasara por el escáner cuando tuviera que hacerlo más adelante. Y por último, pesarla tu misma y mandarla a pesar (más adelante, no vaya a ser que la pesaran y luego metieras algo más). Tuve que sacar 1kg de harina de arepa que llevaba en la maleta y llevarlo de mano, porque me pasaba un pizco.
Debía de haberme acordado de meter el aloe vera que había comprado en el aeropuerto de Tenerife, porque a pesar de ponerme el líquido como tránsito, me tuvieron allí perdiendo 10 minutos porque me abrieron y rompieron toda la bolsa. Era una regalo para mi casera. Se leyó toda la información del contenido, lo abrió olió y los desbarató todo cuanto pudo.
Después, busqué un lugar seguro y poco transitado para sentarme a comerme el 2ºbocata que me había hecho I., elegí un lugar estratégico cerca de unas máquinas para comprar agua ( que quedaba mucho día por delante), pero resultó que eran máquinas de las de antes, solo aceptaban monedas, y el agua costaba 2,90€, y como no tenía, tuve que coger todos los bártulos e ir al sitio dónde más cerca estuviera para comprar algo y me dieran monedas. Acabé en una panadería-pastelería artesana del aeropuerto comprando un croissant y un cappuccino, soy débil.
Le tuve que pedir que me lo diera en monedas, si no, de poco me servía todo este despliegue, se dice "en specie". Y para la máquina volví, al menos en la máquina el agua de 2,90€ era medio litro, la que ellos vendían allí era de 250ml, estafadores.
Así pues, me comí mi bocata, mi cappuccino, mi croissant y lo bajé con agua y aún me quedó para el camino. Eso si, iba cargada como una "mula" y así lo pasé las siguientes 12h.
Después de un segundo vuelo sin incidentes, pero incómodo porque iba lleno y los asientos eran estrechos, aterricé. ¡Por fin! y se podía ver con unas cámaras que había por fuera el ambiente , por debajo, por encima del avión, vamos, un espectáculo mientras llegabas a Isla Reunión.
Yo iba con todos mis papeles, muchos que había que imprimir y rellenar antes de aterrizar o coger cada uno de los vuelos, todos cedidos con enlaces por las compañías aéreas hacia los lugares pertinentes. El servicio de salud de Francia y todas sus restricciones para llegar a isla Reunión. Una vez que aterricé, en la cola de seguridad, abierta y con un policía estresado, me dijeron que siguiera, y en eso que seguí, nadie me paró y pase el control entre dudas y papeles en mano, pero sin que nadie me pidiera mi adorado test negativo covid.
Recogí y maleta y hacia fuera fui, al lugar de encuentro con mi futura compañera de vida por estas semanas, E. Muy agradable, se ofreció a venir a recogerme. Me compró un dulce mientras esperaba por mi, hablamos un poco mientras se terminaba el café y fuimos dirección nuevo domicilio.
Una casa espectacular, con 10 gatos y un perro, 4 gatos y el perro en acogida temporal. Un arbol mango enorme que jamás vi tan grande, está tan alto, que para mi es imposible llegar, ni con un palo de fregona. Está cargado de mangos, y cuando caé alguno hace un ruido enorme, y yo me quedo con una pena tremenda, se oye estallar en el suelo y hasta el jugo esparcirse, ya te digo, ¡una pena!, yo diría que desde esa caída, se destroza, no se, mañana pruebo a ver.
Además, tiene algunas plataneras, que son altas como palmeras, y tiene unos plátanos que van creciendo arriba del todo, varios metros hacia arriba, tampoco es fácil de llegar, al menos para mi.
Frente a la casa, no muy lejos, se ve un cocotero enorme, y cargado de cocos. E, dice que suelen subir a cogerlos los mayoteros (lo que yo entiendo), que son unos expertos. Estos son las gentes de la isla de Mayote,
Me invitaron a comer pollo y arroz blanco que hizo un amigo de E. en su casa, y luego tocó siesta. Más tarde, viendo que no había nadie por casa, salí a dar un paseo por el vecindario. Toda persona que me encontré, ni una llevaba mascarilla, y es obligatoria aquí también. Esto es territorio comanche.
Y hasta aquí por hoy, espero que todo siga bien por la isla. ¡Ya les seguiré contando!
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Hasta pronto mis queridos amigos, ¡que no decaiga la actitud!